martes, 4 de febrero de 2014

Las jirafas no son amarillas


Comienza otra aventura con dos miembros más en el grupo: Teresa, de la capital del mundo (Bilbao) y Severine, de Nantes (Francia) ambas trabajan en un hotel en Lanzarote. Nos aportaron nuevos aires, nuevas conversaciones y la emoción de ir descubriendo las sorprendentes imágenes que nos esperaban.

Despertamos como niñas el día de reyes, antes incluso del amanecer. Nos encaminamos hacia el camping Panorama con vistas al lago Manyara y su parque nacional, lugar de nuestro primer contacto con la vida salvaje. Carlos, guía y conductor y Víctor, el chef, nos acompañan. Carlos tiene 23 años y su calma e inexperiencia nos llegan a crispar un pelin los nervios. Habla bastante bien español aunque la comprensión oral nos resulta a veces complicada. “- Oye Carlos… ¿Los ñus son más de la familia de las cabras o de las vacas…? – Bueno, los ñus están en plena migración y comen hierba…” Víctor el chef, es un padre de familia con altas dotes, no solo culinarias, que fuimos descubriendo con el paso de los días. Es la atención personificada y es el encargado de devolvernos con unos cuantos kilos de más.
Serengeti y Ngorongoro fueron las siguientes etapas donde seguir visitando este maravilloso entorno. El camino entre los diferentes lugares es también un paseo de descubrimientos de vida local. Los masais como únicos habitantes de este lugar se perfilan como motitas de colores en las verdes montañas con su ganado.

Al fin, ansiosas empezamos a ver animales… Zebras por doquier. Miles de ñus en plena migración, aves y lagartos, grandes manadas de elefantes, elegantes jirafas, pumbas y gacelas de diferentes tipos… ¡Hala mira un hipopótamo! ¡Hala mira un león!

Lo más especial es el hecho de sentirte parte del entorno de la vida salvaje e integrarte en sus manadas sin sentirte ajeno.. “Pole pole Carlos!” (Despacio, despacio!**Expresión muy utilizada y adecuada a la filosofía tanzana)… Una mandada de más de treinta elefantes se perfila a lo lejos en el horizonte. Nos observamos mutuamente en la distancia y entonces empiezan a caminar lentamente... Los latidos de la tierra del Serengeti pierden el compás con los nuestros, que se aceleran al ver decenas de majestuosos animales que llegan hasta nuestro coche y cruzan al otro lado del camino sin inmutarse de nuestra presencia.

De regreso y cuando parecía que las emociones del día habían sido suficientes, nos encontramos con un árbol peculiar. De él colgaban frutos y se enmarañaban una manada de leonas que descansaban a la sombra y nos miraban sin sentirse molestas. Es admirable como entre las ramas encontraban las posturas más cómodas, aunque a alguna que otra le costaba algo más.

Posiblemente una de las cosas más curiosas que descubrimos fue a través de las jirafas. Mary llevaba todo el camino con “Carlos, ¿Y aquí hay jirafas?, ¿Vamos a ver jirafas?, ¿Cuándo vamos a encontrar jirafas?”… Llevamos 27 años convencidas de que son amarillas y cual fue nuestra sorpresa cuando una jirafa “desteñida” de color pardo, dejó a Mary algo decepcionada por unos instantes. Lo cierto es que la jirafa “diferente” nos demostró que siempre hay cosas que aprender y que no hay que dar las cosas por sentado.

Y por fin, un leopardo, el rey del camuflaje. Parece que a pesar de nuestra impaciencia conseguimos ver los famosos 5 grandes: búfalo, rinoceronte, elefante, león y leopardo.
En general la ruta ha sido una completa integración en el entorno. Primero dormimos en el camping panorama donde no faltaban comodidades, incluso dentro de las tiendas teníamos camas. Allí vimos el amanecer rodeadas de decenas de monos que aprovechaban el momento para probar suerte e intentar entrar en las tiendas. Teresa por poco se queda sin toalla.
En el centro de la llanura sin fin, llamada Serengeti, te sientes privilegiado cuando montando tu tienda en el camping Nyani, una jirafa asoma la cabeza cerca comiendo hierba sin sentirse perturbada. Para coronar la experiencia, el camping Simba sobre una manta de hierba, nos ofrece unas vistas que enmudecen hacia el cráter del Ngorongoro. Allí al atardecer un vecino elefante viene a darse una ducha en el tanque del camping y también se apuntó a tener nuestra compañía a la hora de nuestro último desayuno de safari.


3 comentarios:

  1. Mucho animalejo suelto no? Enhorabuena por el viaje y el blog. Seguid dándole caña a ambos

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  2. Me parece una idea estupenda que dejéis impronta de vuestra experiencia. Así contáis una vez las cosas para todos y no cansa su repetición. Quiero deciros que os envidio por este viaje que tan vivas imágenes plasmarán en vuestra mente (y alma).
    Disfrutad todo lo que podáis y a nosotros no dejéis de relatar para envidiaros un poco más.
    Un beso fuerte.
    Alfredo.

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  3. Hola chicas, sigo disfrutando de vuestra aventura, algunos sitios los conozco y se lo que se siente al estar allí por eso me alegro de que lo disfrutéis. creo que ahora estáis por el desierto de Namib. pues colgar mas fotitos que aunque dais envidia también lo disfrutamos. Charo.

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