lunes, 9 de junio de 2014

Australia: 4.800 km de costa Este



Y llegó el día en que el Sur se va al Este y el Este se va al Sur: Mary se va a Nueva Zelanda y Aída vuelve a Sydney por unos días… Todo ha pasado rápido e intenso, un mes en Australia que comenzó treinta días atrás…

Aterrizamos en Sydney, con alguna que otra sensación de estar en terreno conocido; tras el contacto con culturas dispares en el camino recorrido, llegábamos a un país con costumbres no muy alejadas de las nuestras, aunque aquí algunas cosas funcionan del revés (es lo que tiene estar boca abajo): Las cerraduras se cierran hacia donde acostumbramos a abrirlas y viceversa, en los parques hay carteles en los que te invitan a pisar el césped, barbacoas que utilizar gratuitamente en cualquier lado y familias que te invitan a aparcar tu furgoneta y pasar la noche detrás de su casa…

Los primeros días paseamos por Sydney, una conociendo la otra re-conociendo; George Street, Botanic Gardens, Opera House y Harbour Bridge, iconos de una ciudad que cuanto menos es agradable, interesante y donde siempre hay algo que hacer.



Con la llegada de Arancha; la nueva componente del grupo, emprendimos rumbo al Norte, (pero sin dejar de perderlo, esta vez solo en sentido figurado y no literal); nuestra furgoneta verde que dice a gritos “Eh hola soy turista, mirame!” bien equipada, era lo único que necesitábamos para sobrevivir 24 días en carretera.

Por el camino encontramos maravillas, de la naturaleza y de esta sociedad australiana, que no ha dejado de sorprendernos.



El ambiente y comodidad de Bayron Bay, un paseo por el Parque Nacional de Noosa, la ruta de las cascadas donde ver montones de ellas a cada cual más impresionante, el lago Mackenzie de un azul excepcional en Fraser Island, y las playas, lagos o rincones que encontrábamos por el camino; lugares que disfrutar en muchas ocasiones solo para nosotras, momentos que te hacen sentir privilegiado.



Uno de nuestros hobbies favoritos ha sido hacer barbacoas, en la playa, en el lago… cualquier lugar es bueno para disfrutar de un buen chuletón de canguro, y cebolla (muucha cebolla). Y es que aquí es difícil no encontrar parques preparados para este tipo de actividad donde disfrutar de la naturaleza a la par que de una buena comida.

4800 kilómetros dan para mucho, como para jugar al trivial en la carretera, y no, no es cosa nuestra, estos australianos están en todo y preocupados por que te duermas al volante, en los tramos de “alto riesgo por fatiga” te ponen preguntas para mantenerte alerta en la carretera y de paso culturizarte sobre la zona.



La llegada a destino, Cairns, nos permitió aparcar por unos días y disfrutar de paseos agradables por sus calles y su costa, cruzar experiencias y alguna que otra cerveza con nuevas caras en Geckos Backpackers, donde nos sentimos como en casa a pesar de dormir en nuestra furgoneta. También disfrutamos de su “playa-piscina” pública como principal atracción y su soleado tiempo que ya veníamos necesitando.



Australia nos ha hecho crecer un poquito más, como amigas y como viajeras; la experiencia intensa, muy intensa, de 24:24 (24 días 24 horas) en una furgoneta ha sido una aventura más para guardar en la memoria, llena de lugares especiales. Y ahora es tiempo de guardar todo eso en la mochila y seguir el camino, el Sur hacia el Este y el Este hacia el Sur, siempre procurando perder el Norte.