Y llegó el día en
que el Sur se va al Este y el Este se va al Sur: Mary se va a Nueva Zelanda y
Aída vuelve a Sydney por unos días… Todo ha pasado rápido e intenso, un mes en
Australia que comenzó treinta días atrás…
Aterrizamos en
Sydney, con alguna que otra sensación de estar en terreno conocido; tras el contacto
con culturas dispares en el camino recorrido, llegábamos a un país con
costumbres no muy alejadas de las nuestras, aunque aquí algunas cosas funcionan
del revés (es lo que tiene estar boca abajo): Las cerraduras se cierran hacia
donde acostumbramos a abrirlas y viceversa, en los parques hay carteles en los
que te invitan a pisar el césped, barbacoas que utilizar gratuitamente en
cualquier lado y familias que te invitan a aparcar tu furgoneta y pasar la
noche detrás de su casa…
Los primeros días
paseamos por Sydney, una conociendo la otra re-conociendo; George Street,
Botanic Gardens, Opera House y Harbour Bridge, iconos de una ciudad que cuanto
menos es agradable, interesante y donde siempre hay algo que hacer.
Con la llegada de
Arancha; la nueva componente del grupo, emprendimos rumbo al Norte, (pero sin
dejar de perderlo, esta vez solo en sentido figurado y no literal); nuestra
furgoneta verde que dice a gritos “Eh hola soy turista, mirame!” bien equipada,
era lo único que necesitábamos para sobrevivir 24 días en carretera.
Por el camino
encontramos maravillas, de la naturaleza y de esta sociedad australiana, que no
ha dejado de sorprendernos.
El ambiente y
comodidad de Bayron Bay, un paseo por el Parque Nacional de Noosa, la ruta de
las cascadas donde ver montones de ellas a cada cual más impresionante, el lago
Mackenzie de un azul excepcional en Fraser Island, y las playas, lagos o
rincones que encontrábamos por el camino; lugares que disfrutar en muchas
ocasiones solo para nosotras, momentos que te hacen sentir privilegiado.
Uno de nuestros
hobbies favoritos ha sido hacer barbacoas, en la playa, en el lago… cualquier
lugar es bueno para disfrutar de un buen chuletón de canguro, y cebolla (muucha
cebolla). Y es que aquí es difícil no encontrar parques preparados para este
tipo de actividad donde disfrutar de la naturaleza a la par que de una buena
comida.
4800 kilómetros
dan para mucho, como para jugar al trivial en la carretera, y no, no es cosa
nuestra, estos australianos están en todo y preocupados por que te duermas al
volante, en los tramos de “alto riesgo por fatiga” te ponen preguntas para
mantenerte alerta en la carretera y de paso culturizarte sobre la zona.
La llegada a
destino, Cairns, nos permitió aparcar por unos días y disfrutar de paseos
agradables por sus calles y su costa, cruzar experiencias y alguna que otra
cerveza con nuevas caras en Geckos Backpackers, donde nos sentimos como en casa
a pesar de dormir en nuestra furgoneta. También disfrutamos de su
“playa-piscina” pública como principal atracción y su soleado tiempo que ya
veníamos necesitando.
Australia nos ha
hecho crecer un poquito más, como amigas y como viajeras; la experiencia
intensa, muy intensa, de 24:24 (24 días 24 horas) en una furgoneta ha sido una
aventura más para guardar en la memoria, llena de lugares especiales. Y ahora
es tiempo de guardar todo eso en la mochila y seguir el camino, el Sur hacia el
Este y el Este hacia el Sur, siempre procurando perder el Norte.